Sin embargo, creo que ingenuamente la gente sigue confiando en el sistema a la hora de la alimentación. Es decir, creo que la mayoría de las personas no se plantean que el producto que está en la tienda pueda contener tóxicos demostrados científicamente como cancerígenos, por ejemplo. Y el hecho es que así sucede, aunque nos pueda parecer algo absurdo en España.
Existen muchos productos que se venden en España, pero que sin embargo han sido prohibidos por su peligrosidad en países como Japón (nada subdesarrollado) o Francia.
Creo que, al igual que en otros aspectos, es hora de tener una actitud crítica y de mostrar todo nuestro interés en la alimentación, ya que es algo que hacemos cada día.
Hay que darse cuenta de cómo funcionan las jerarquías y las relaciones hasta que un alimento llega al consumidor. Por una parte, están las empresas multinacionales (que tienen en su poder la gran mayoría de los alimentos que vemos) que venden sus productos. Es conocido e incluso reconocido por políticos, la presión que ejercen estos lobbys (grupos de poder) sobre muchos altos cargos para que tomen decisiones a su favor, por ejemplo, facilitando la legislación para que ellos puedan introducir productos que con personas honestas no hubieran acabado en la tienda.
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